22 de noviembre de 2014

Conferencia El Palacio del Intantado de Guadalajara



El pasado día 20 de Octubre organizada por la Asociación y en colaboración con el  Ayuntamiento y el Patronato de Cultura, tuvo lugar en el Auditorio del Palacio del Infantado, la Conferencia "El Palacio del Infantado de Guadalajara" a cargo de D. Pedro José Pradillo y Esteban, Doctor en Historia y Licenciado en Filosofía y Letras, además de historiador.

Después de la conferencia del 19 de febrero pasado sobre el Alcázar Real de Guadalajara, esta conferencia era la segunda parte del programa titulado: DOS MONUMENTOS CLAVES EN LA ARQUITECTURA HISPÁNICA.

Tras una breve presentación por parte de la Presidenta de la Asociación, D ª Carmen Carreto, y en un auditorio lleno, D. Pedro gran conocedor y estudioso de la historia de la ciudad, hizo un recorrido por los más de 500 años de vida del histórico monumento.

El proyecto de construcción del Palacio de los Duques del Infantado fue encargado por Iñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado, al arquitecto Juan Guas, quien se encargó de dar las trazas y de dirigir las labores de construcción entre 1480 y 1483 siguiendo los cánones del estilo gótico Hispano-Flamenco pero con innegables rasgos protorrenacentistas. Pese a la dimensión del proyecto, en 1483, ya estaban concluidas las partes esenciales del palacio: la fachada y las arquerías del patio central, cuyos elementos habían sido labrados bajo las directrices del maestro de cantería Egas Cueman.

Las múltiples tareas de Juan Guas obligaron a que Lorenzo de Trillo, maestro de obras del duque, se ocupara de afrontar entre 1484 y 1497 los trabajos de albañilería pendientes, encargándose de la construcción y montaje de la carpintería de armar para cubrir los salones de la planta principal y de erigir la galería del jardín en 1497, después que el año anterior hubiera fallecido el maestro bretón.

En 1569, Iñigo López de Mendoza, quinto duque del Infantado, propuso una reforma de las estancias a Acacio Orejón, su maestro de obras, que afectaron fundamentalmente a la distribución de la crujía de la fachada principal en su planta baja, al ordenamiento de los huecos abiertos al exterior y al nudo de comunicación entre la calle y el patio central. En esta ordenación modernizadora aparece como principal arquitecto Juan de Ballesteros, artífice de formación manierista muy influido por el italiano Sebastiano Serlio y por el arquitecto real Juan de Herrera.
Una vez finalizadas las obras de albañilería el artista italiano Rómulo Cincinato se ocupó de plantear y ejecutar entre 1578 y 1580 un programa iconográfico, inspirado en la mitología clásica, para decorar las techumbres de las nuevas salas. Esos frescos, de manifiestos estilo manierista, quieren emular las nuevas orientaciones artísticas patrocinadas por el rey Felipe II en sus palacios de Aranjuez, Madrid y El Escorial.

El 6 de diciembre de 1936, durante la Guerra Civil, el Infantado fue víctima de un bombardeo que provocó el incendio de sus techumbres y la pérdida de sus forjados de madera; no obstante, los  muros estructurales izados entre 1480 y 1483 bajo la dirección de Juan Guas y Egas Cueman y la galería del jardín construida en 1497 permanecieron en pie, así como otros elementos decorativos que confieren a esta propiedad un valor excepcional.

Desde un primer momento el palacio mendocino fue modelo para otras muchas construcciones que fijaron su atención en sus principales características. Por ejemplo,  señalar, el empleo de la punta de diamante como elemento ornamental en el Palacio de Jabalquinto (c. 1490) en Baeza; en la Casa de los Picos (1500) en Segovia; en el Palacio de los Bicos (1523) en Lisboa; o en la Casa de las Conchas (1517) en Salamanca.

También la portada del Infantado, abigarrada síntesis del gótico europeo y del mudéjar hispánico, y su prolongación en altura –incorporando un gran escudo de armas sostenido por dos colosos –, es el precedente inmediato para las portadas “tapiz”, o “estandarte”, izadas posteriormente para el Colegio de San Gregorio (1492) y para la iglesia de San Pablo (c. 1500) en Valladolid o para las Escuelas Mayores de la Universidad (1520-1530) de Salamanca, y que tendrán su proyección en otras construcciones eclesiásticas y civiles en América, como la Casa de Montejo (1542-1549) en la ciudad mejicana de Mérida.

Para concluir con las ideas germinales que se exponen en la portada ideada por Juan Guas para Guadalajara, no podemos ignorar la galería de ventanales de la planta de cubierta y su reedición en las propuestas del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón para las fachadas del Palacio de Monterrey (1539) en Salamanca o del Colegio Mayor de San Ildefonso (1551-1553) de la Universidad en Alcalá de Henares.

Al finalizar la conferencia se comentó la candidatura a Patrimonio de la Humanidad.














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