Los días 21 y 22 de marzo la asociación
organizó un viaje cultural a Lerma, Covarrubias, Santo Domingo de Silos,
Peñaranda y Aranda de Duero. La salida de Guadalajara no auguraba un tiempo muy
apacible, a esa hora llovía bastante, pero llegados al punto de destino, la meteorología
nos respetó.
Al llegar a Lerma y después de desayunar repartidos
por varios sitios en la Plaza Ducal, iniciamos un recorrido desde la Oficina de
turismo acompañados de un guía para hacer la visita de la ciudad.
A Lerma le viene la fama de Ciudad Monumental
debido a que en el Siglo XVII, el Duque, Don Francisco de Sandoval y Rojas, que
fue valido de Felipe III, hizo de la ciudad una pequeña corte, construyendo
palacios, iglesias, monasterios y conventos.
Desde el interior de la oficina de turismo,
atravesamos por uno de los pasadizos que en su día rodeaban la mayoría de los
edificios que mandó construir el Duque, hasta salir a la plaza de Santa Clara
con sus arcos, desde donde mirando al valle, pudimos incluso contemplar el vuelo
de algunos buitres.
Después de escuchar con atención la
descripción histórica de cómo estaba ocupado el valle, fuimos caminando hacia
la Iglesia Colegial de San Pedro, donde pudimos contemplar su retablo y su
pequeño museo.
De regreso
hacia la Plaza Ducal pasamos por delante del Monasterio de la Ascensión construido
de1604 a 1610, y habitado actualmente por las Franciscanas Clarisas.
Una vez
llegados a la Plaza, el guía nos fue comentando los diferentes edificios que en
su día albergaba y los usos que se dieron a ella, como plaza de toros, corral de
comedias y plaza de mercado.
En uno de sus costados se sitúa el antiguo
Palacio del Duque de Lerma, de estilo herreriano y hoy convertido en Parador
Nacional. Enfrente del mismo, en otra explanada se sitúa el Convento de San
Blas, diseñado por Don Francisco de Mora y construido de 1613 a 1617.
Una vez acabada la visita guiada y tras un
breve paso por el interior del Parador, nos encaminamos hacia el autobús para
reanudar el viaje hacia Covarrubias.
En menos de media hora estábamos ya en ese pueblo, que
conserva los más añejos sabores castellanos. Hasta la hora en que teníamos la
visita guiada a la Colegiata, nos dio tiempo a pasear por sus calles.
Entramos por el arco que tiene el Archivo del Adelantamiento de Castilla, construido en 1575, en honor al Doctor Vallés, médico de Felipe II. Es de estilo herreriano con decoración renacentista.
A pocos metros
en su plaza Mayor, el ayuntamiento, en otros tiempos Palacio de Fernán González.
Poco más adelante El torreón de Doña Urraca, curioso ejemplar de fortificación
medieval, datada en el siglo X y considerada como obra mozárabe, la envuelve la
trágica leyenda de la Infanta Urraca , que dice que en dicho torreón fue emparedada.
Por
detrás del torreón la antigua muralla y un paseo muy agradable por la ribera
del Arlanza.
Llegada la hora iniciamos la visita guiada a la Colegiata de San
Cosme y San Damián, precioso edificio gótico del siglo XV (1470-1480), la cual
presenta planta de cruz latina, con tres naves cubiertas y crucero. Adosado al costado norte de la Colegiata se encuentra
su claustro, maravillosa obra del siglo XVI, que armoniza su arquitectura todavía gótica con la escultura renacentista, y donde se encuentra el Sepulcro de la Infanta Cristina de Noruega.
De vuelta hacia el autobús pudimos ver la Casa de Doña Sancha, del siglo XV, máximo exponente de la arquitectura tradicional de la villa, con fachada de adobe y clásico entramado de madera y la Iglesia de Santo Tomás construida en el siglo XII, aunque apenas conserva nada de la original, la actual es del siglo XV. Por las callejuelas, numerosas casas típicas.
A
pocos kilómetros teníamos nuestro siguiente destino, el pueblo de Santo Domingo
de Silos, nuestro punto de alojamiento. Antes de instalarnos en el hotel
disfrutamos de una apetecible comida.
Ya a
media tarde iniciamos una visita guiada al Monasterio, una abadía de
monjes benedictinos, y contemplar su claustro de exquisita belleza.
Acompañados de un monje, comenzamos la visita
por el claustro. Las partes románicas conservadas, representan
una de las obras más grandiosas del arte medieval europeo.
Consta de planta cuadrada irregular y dos pisos de
esbeltas arquerías sobre columnas pareadas.
Además de la cuidada conjunción de pilares, bancos, arcos
y columnas, lo más destacable es la calidad en arte y simbolismo de los 64 capiteles del claustro bajo, con
una colección delirante de encestados, zarcillos, acantos, sirenas, arpías,
grifos, leones, centauros, dragones y aves fabulosas.
También hay que citar las arquerías de comunicación entre
el claustro y la sala capitular, perteneciente a comienzos del siglo XII,
aunque se encuentran muy restauradas o, más bien, casi reconstruidas.
Una de las mayores originalidades del Claustro de Silos
lo constituyen los ocho grandes relieves
o estaciones que adornan
las esquinas. Son escenas del final de la presencia de Cristo en la tierra:
Descendimiento de la Cruz, Entierro
y Resurrección, Discípulos de Emaús, Duda de Santo Tomás, Ascensión y Pentecostés.
Otro punto de interés del claustro bajo es el alfarje
mudéjar de finales del siglo XIV que lo techa. Se encontraba completamente
policromado, aunque actualmente hay algunas partes, correspondientes a la
galería norte, perdidas y reconstruidas en el siglo XIX.
Una vez visto el claustro pasamos a la antigua botica.
Acabada la visita nos acercamos a la iglesia del
monasterio donde asistimos a la celebración de "vísperas". Los monjes benedictinos nos deleitaron con una
extraordinaria selección de cantos
gregorianos.
