El fin de semana del 29 y 30 de Junio realizamos un nuevo Viaje Cultural, que nos llevó a tierras vallisoletanas.
El sábado nos pusimo en viaje con una climatología adversa que no desanimó a nadie. Como de costumbre hicimos una parada para el desayuno y seguidamente nos dirigimos al Castillo de la Mota en Medina del Campo, para realizar nuestra primera visita guiada.
A nuestra llegada al Centro de recepción de visitantes del Castillo de la Mota, desde donde se organizan las visitas guiadas, pudimos ver el interesante yacimiento arqueológico de la Edad de Hierro, sobre el que dicho centro se asienta.
El castillo se encuentra en el alto de La Mota desde el reinado de Pedro I, no obstante el actual data del siglo XV. Reinando en Castilla Juan II comienzan las obras de construcción, cuyo muros se adaptarán y apoyarán en las viejas murallas medievales del siglo XII.
El rey Enrique IV terminará las obras del recinto interior del mismo y culminará la obra de la gran torre del Homenaje. Más tarde, serán los Reyes Católicos quienes dotarán al castillo de una gran barrera defensiva con una moderna galería de tiro subterránea y excavarán el foso de unos 12 m de altura, que circunda toda la construcción. Esa obra será la que convertirá al Castillo de la Mota en una referencia entre todas las fortalezas de su época, siendo uno de los primeros castillos de toda Europa que se adaptó al uso de la artillería. La galería de tiro rodea todo el castillo y da acceso a todas las troneras.
Además de su importancia militar y arquitectónica, el castillo ha sido archivo de la Corona, el encierro de la princesa Juana , la huida de César de Borgia, y papel activo en la Guerra de las Comunidades, entre otras. Con el paso del tiempo cayó en desuso, las instancias interiores originales se perdieron. En 1904 se declara Monumento Nacional y comienzan las obras de restauración y reconstrucción del edificio interior.
En la actualidad la propiedad es de la Junta de Castilla y León, y se utiliza para realizar cursos, conferencias y otras actividades culturales, además del uso turístico a cargo del Ayuntamiento de Medina del Campo.
Finalizada la visita nos dirigimos al autobús para ir al hotel y después al restaurante a almorzar.
A media tarde realizamos una visita guiada por el casco histórico de Medina del Campo. Empezamos visitando Las Reales Carnicerías, que ilustran la riqueza y
pujanza de la villa en el siglo XVI. Tienen una larga trayectoria. En 1500, los
Reyes Católicos destinaron fondos para construir un nuevo edificio junto al río
Zapardiel. El edificio actual se basa en planos elaborados por el
arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón en 1562. Presenta una planta
cuadrada con un patio central y una portada en estilo manierista, con columnas
y frontón. Han mantenido su
función original a lo largo de los siglos, y su arquitectura nos habla de una
época en la que el comercio y la alimentación eran esenciales para la vida
cotidiana.
A continuación fuimos pasando por el Palacio de Dueñas, el Monasterio de San José, Convento de Sta. María Magdalena todos ellos en la calle Sta. Teresa de Jesús.
Volviendo sobre nuestros pasos llegamos para ver el Palacio de Falces, la Fundación Museo de las Ferias y el Palacio de Quintanilla.
Palacio de Salces Fundación Museo de las Ferias
A continuación el Santuario de Ntra. Señora del Carmen (Iglesia de la Inmaculada Concepción). Fué construida en el siglo XVIII en ladrillo y piedra, tiene una portada bastante monumental en la que puede verse los escudos del obispo. En su interior hay un bonito retablo del mismo siglo que la construcción. Delante de su fachada se encuentran las estatuas de Sta. Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Para finalizar la visita nos acercamos hasta la Plaza Mayor. Es la más grande del país con más de 14.000 m2. Es la sede de los tres poderes tradicionales (Iglesia, Municipio y Corona). En la plaza se encuentran la Colegiata de San Antolín, el Ayuntamiento y lo que queda del Palacio Real Testamentario.
La colegiata de San Antolín es un edificio de ladrillo con fachada de piedra. Toda la piedra que se utilizaba en los edificios de Medina del Campo provenía de los Montes Torozos. Destaca el Balcón de la Virgen del Pópulo, orientado hacia el exterior.
El Palacio Real Testamentario fué donde la Reina Isabel firmó su Testamento y el Codicilo, y donde finalmente falleció.
En esta misma plaza se congregaban miles de comerciantes para hacer negocios en las Ferias Internacionales que tanto prestigio dieron a Medina. Hasta que no acababa la misa los tratos no tenían valor. Cada distinto ramo tenía su lugar en la misma.
Al acabar la visita nos hicimos una foto de grupo delante de la estatua de Isabel, que preside la plaza.
La mañana del domingo después del desayuno salimos del hotel en autobús para visitar el Monasterio de La Santa Espina. El día acompañaba y el camino de 60 km se hizo corto al llegar al idílico entorno donde se encuentra.
Una vez traspasada la puerta de acceso al recinto
amurallado, mientras esperábamos en los jardines a acceder a la visita pudimos observar la fachada principal
de la iglesia, que data del siglo XVII, obra de la escuela de Ventura
Rodríguez.
El monasterio cisterciense fue fundado en 1147 por Dª Sancha, hija de la reina Urraca I y hermana de Alfonso el Emperador. Con la Orden cisterciense La Santa Espina vive un esplendor que deja ver la riqueza de su arquitectura románica, gótica y renacentista.
Una vez iniciada en si la visita y atentos a las explicaciones del guía pudimos ver el primer claustro de los dos con los que cuenta el monasterio. Se trata del Claustro de la hospedería, de estilo
herreriano, con dos cuerpos de altura y arcos de medio punto, producto de la
ampliación que tuvo lugar en el siglo XVI.
El segundo construido en el siglo XII, poco queda del original.
La mayor parte se corresponde con la renovación de transición llevada a cabo en
el siglo XVII, nos enseña la transición del románico al tardío. Tiene la misma
construcción que el primero y por la altura obliga a cegar las ventanas de la
iglesia que permitían el acceso de ésta a la luz del norte.
A continuación visitamos la sala
capitular, correspondiente al ciclo cisterciense, que data del siglo XIII. La portada
es de arco agudo con múltiples arquivoltas y columnas. A cada lado, se alzan
preciosos ventanales bíforos apuntados. Una vez dentro, la estancia ofrece una
planta cuadrada que se divide en nueve tramos y bóvedas con arcos de crucería
apoyadas en cuatro columnas exentas y en columnas adosadas a los muros.
Volviendo sobre nuestros pasos vimos la pequeña biblioteca y la sacristía, de planta rectangular y arcos de medio punto,
cubierta por una bóveda de arista. Por ella, se accede directamente a la iglesia.
Al entrar en la iglesia impresiona la
majestuosa grandiosidad. Resalta la acertada sintonización lograda entre los
diversos estilos arquitectónicos que la integran. En ella nos encontramos con
partes originales del siglo XIII, como las tres naves del fondo en estilo
progótico, y partes modificadas, como el transepto actual y el presbiterio,
ambos en línea renacentista, fruto de la transformación realizada en el siglo
XVI, y de acuerdo con los planos del arquitecto Gonzalo Sobremazas. Las naves,
elegantes y esbeltas, tienen arcos apuntados y crucería simple como
abovedamiento. Están separadas entre sí por sólidos pilares de núcleo
cruciforme a los que se adosa una columna en los frentes y un codillo en las
esquinas.
La capilla de los Vega, obra del
gótico del siglo XIV, se localiza en el ángulo formado por el crucero y la
nave. Debe su nombre a que en su panteón fue enterrada la familia de los Vega.
Para finalizar, la capilla que contiene La Santa Espina.
Una vez finalizada la visita nos dirigimos con el autobús a la Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada en las afueras de Urueña donde nos esperaba Carmen, la guía de turismo de Urueña que nos explicó
pormenorizadamente diversos aspectos a lo largo de su
historia.
Su construcción
en románico-lombardo data del siglo XII y la hace única fuera de los Pirineos
donde es característica. Construida en
sillarejo de piedra caliza de la zona, la piedra es muy porosa y de color claro,
lo que contribuye sobre todo a su luminosidad interior.
Los muros son
muy gruesos y su arquitectura exterior se caracteriza por las bandas lombardas
y los arquillos ciegos. Dos sencillas ventanas en ambos muros iluminan la nave
central y cada una de las naves laterales tiene una ventana. El cimborrio octogonal
sobre el transepto está sostenido por trompas en el interior y terminado en
cúpula con pequeñas ventanas.
Una pena que no pudimos acceder al interior debido a que una tormenta en días anteriores, la había llenado de barro y agua.
A continuación nos dirigimos en autobús al pueblo de Urueña para continuar allí la visita.
Lo más llamativo al llegar es su muralla, se conserva el 80% de su recinto amurallado original. Entramos por la Puerta del Azogue, dando paso a su mano derecha a la iglesia de Sta. María del Azogue de estilo ecléctico y a continuación siguiendo por la calle Real hasta llegar a la Puerta de la Villa. En este tramo pudimos observar algún que otro edificio singular.
Desde ese punto pudimos observar el valle que se encontraba a nuestros pies y la zona exterior de la muralla que daba hacía él.
Posteriormente estuvimos callejeando pasando por delante de algunas librerías, no en vano a Urueña se la conoce como la Villa del libro por la cantidad de ellas que tiene. Paseamos por la muralla y después de un pequeño recorrido llegamos a la plaza donde finalizamos la visita y nos aprestamos a comer.
Después de comer tuvimos tiempo libre y a media tarde iniciamos el viaje de regreso a Guadalajara.
Vista desde lo alto de la muralla
Un viaje muy agradable que disfrutamos con nuestros queridos compañeros de muchos viajes, socios y amigos de la Asociación. Muchas gracias a todos por vuestra maravillosa compañía.
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