El 22 de septiembre, en el Teatro Moderno, tuvo lugar la Conferencia Espectáculo "Yo, Cervantes; viejo, mando, hidalgo y pobre", a cargo del actor José María Sanz Malo.
“…Y
he hallado que la materia que ofrecen las acciones de Cervantes es tan poca, y
la de sus escritos tan dilatada, que ha sido menester valerme de las hojas de
éstos para encubrir de alguna manera, con tan rico y vistoso ropaje, la persona
y desnudez de aquella persona dignísima del mejor siglo.” Gregorio Mayáns.
Cierto.
Sabemos más de Cervantes por sus obras que por las acciones, situaciones y
hechos vividos. “Cuanto menos se sabe de alguien más se quiere saber y cuanto
más se quiere saber más conjeturas surgen”. La curiosidad nos mueve a querer
saber y la realidad a evitar las conjeturas. Por eso para conocer, más que su
vida, la forma de entenderla, hemos de indagar en sus personajes. Sobre todo en
el más grande personaje en lengua castellana “que vieron los siglos pasados,
presentes ni esperan ver los venideros”: Don Quijote de la Mancha.
Entre
Don Miguel de Cervantes y Don Alonso Quijano hay un gran parecido físico y
espiritual. Son de complexión recia, enjutos de rostro y secos de carnes;
idealistas, aficionados a la lectura, hasta el punto que a uno se le secó el
cerebro del mucho leer, y el otro se leía hasta los papeles que encontraba por
la calle; ambos perseguían honra y fama y eran enemigos de la codicia y el
engaño.
Fundir ficción y realidad
puede confundir a algunos, pero también puede aportar nuevos puntos de vista.
La vida es compleja, y Cervantes nos muestra esta complejidad, unas veces con
crudo realismo y otras con un particular idealismo. Esta dualidad es la que
impregna a Don Quijote y al Cervantes que hoy les presento.
Por
mi parte no hay más pretensión que exponer una realidad partiendo de una
afición: EL TEATRO.
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