El pasado día 20 de
Octubre organizada por la Asociación y en colaboración con el Ayuntamiento y el Patronato de Cultura, tuvo
lugar en el Auditorio del Palacio del Infantado, la Conferencia "El Palacio
del Infantado de Guadalajara" a cargo de D. Pedro José Pradillo y Esteban,
Doctor en Historia y Licenciado en Filosofía y Letras, además de historiador.
Después de
la conferencia del 19 de febrero pasado sobre el Alcázar Real de Guadalajara, esta
conferencia era la segunda parte del programa titulado: DOS MONUMENTOS CLAVES
EN LA ARQUITECTURA HISPÁNICA.
Tras una breve
presentación por parte de la Presidenta de la Asociación, D ª Carmen Carreto, y
en un auditorio lleno, D. Pedro gran conocedor y estudioso de la historia de la
ciudad, hizo un recorrido por los más de 500 años de vida del histórico
monumento.
El
proyecto de construcción del Palacio de los Duques del Infantado fue encargado
por Iñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado, al arquitecto Juan
Guas, quien se encargó de dar las trazas y de dirigir las labores de construcción
entre 1480 y 1483 siguiendo los cánones del estilo gótico Hispano-Flamenco pero
con innegables rasgos protorrenacentistas. Pese a la dimensión del proyecto, en
1483, ya estaban concluidas las partes esenciales del palacio: la fachada y las
arquerías del patio central, cuyos elementos habían sido labrados bajo las
directrices del maestro de cantería Egas Cueman.
Las
múltiples tareas de Juan Guas obligaron a que Lorenzo de Trillo, maestro de
obras del duque, se ocupara de afrontar entre 1484 y 1497 los trabajos de
albañilería pendientes, encargándose de la construcción y montaje de la
carpintería de armar para cubrir los salones de la planta principal y de erigir
la galería del jardín en 1497, después que el año anterior hubiera fallecido el
maestro bretón.
En
1569, Iñigo López de Mendoza, quinto duque del Infantado, propuso una reforma
de las estancias a Acacio Orejón, su maestro de obras, que afectaron
fundamentalmente a la distribución de la crujía de la fachada principal en su
planta baja, al ordenamiento de los huecos abiertos al exterior y al nudo de
comunicación entre la calle y el patio central. En esta ordenación
modernizadora aparece como principal arquitecto Juan de Ballesteros, artífice
de formación manierista muy influido por el italiano Sebastiano Serlio y por el
arquitecto real Juan de Herrera.
Una vez
finalizadas las obras de albañilería el artista italiano Rómulo Cincinato se
ocupó de plantear y ejecutar entre 1578 y 1580 un programa iconográfico,
inspirado en la mitología clásica, para decorar las techumbres de las nuevas
salas. Esos frescos, de manifiestos estilo manierista, quieren emular las
nuevas orientaciones artísticas patrocinadas por el rey Felipe II en sus
palacios de Aranjuez, Madrid y El Escorial.
El 6 de
diciembre de 1936, durante la
Guerra Civil , el Infantado fue víctima de un bombardeo que
provocó el incendio de sus techumbres y la pérdida de sus forjados de madera;
no obstante, los muros estructurales
izados entre 1480 y 1483 bajo la dirección de Juan Guas y Egas Cueman y la
galería del jardín construida en 1497 permanecieron en pie, así como otros
elementos decorativos que confieren a esta propiedad un valor excepcional.
Desde un primer momento el palacio mendocino fue modelo para otras muchas construcciones que fijaron su atención en sus principales características. Por ejemplo, señalar, el empleo de la punta de diamante como elemento ornamental en el Palacio de Jabalquinto (c. 1490) en Baeza; en la Casa de los Picos (1500) en Segovia; en el Palacio de los Bicos (1523) en Lisboa; o en la Casa de las Conchas (1517) en Salamanca.
También la
portada del Infantado, abigarrada síntesis del gótico europeo y del mudéjar
hispánico, y su prolongación en altura –incorporando un gran escudo de armas
sostenido por dos colosos –, es el precedente inmediato para las portadas
“tapiz”, o “estandarte”, izadas posteriormente para el Colegio de San Gregorio
(1492) y para la iglesia de San Pablo (c. 1500) en Valladolid o para las
Escuelas Mayores de la
Universidad (1520-1530) de Salamanca, y que tendrán su
proyección en otras construcciones eclesiásticas y civiles en América, como la Casa de Montejo (1542-1549)
en la ciudad mejicana de Mérida.
Para
concluir con las ideas germinales que se exponen en la portada ideada por Juan
Guas para Guadalajara, no podemos ignorar la galería de ventanales de la planta
de cubierta y su reedición en las propuestas del arquitecto Rodrigo Gil de
Hontañón para las fachadas del Palacio de Monterrey (1539) en Salamanca o del
Colegio Mayor de San Ildefonso (1551-1553) de la Universidad en Alcalá
de Henares.
Al
finalizar la conferencia se comentó la candidatura a Patrimonio de la
Humanidad.
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